Cuando nadie lo esperaba, Cruz Azul se convirtió en una máquina de ataque, capaz de ponerse frente al marco con claridad y cantidad, pero entonces se atravesó Rodolfo Cota, guardián del orgullo rojiblanco.

Si Guadalajara recibió solo dos tantos fue gracias a su portero, estoico en el mano a mano e imponente bajo los tres postes, a los que se entregó con valentía en toda oportunidad, así fuera el último de los minutos o en el peor de los escenarios.

El 1-0 se lo llevó en el paredón de fusilamiento. Mena le anotó con un potente cobro de penalti y ante eso nada pudo hacer; luego vino la expulsión de uno de sus guardianes y entonces su carácter de tuvo que imponer.

Al menos en la primera parte fue imparable para Jorge Benítez, Richard Ruíz y hasta el mismo Mena, quien intentó con un disparo rasante de zurda del que no otorgó rebote, como si el balón estuviera atado a su guante.

Para el complemento, con un hombre menos y más vulnerable, le exigieron al doble de intensidad: Adrián Aldrete casi le sorprende con un zurdazo implacable y el ecuatoriano celeste con un disparo a distancia, pero nada bastó para doblegarlo.

Cota fue sobrio e inteligente, nunca voló de más y fue tiempista en las salidas: La constancia la dejó en un uno a uno contra el Conejo Benítez, al que batió con destreza en la recta final para abrir una nueva posibilidad con el agónico 2-1. El tiempo no alcanzó.





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