Alexis Vega, cuya trayectoria en Chivas estuvo marcada tanto por momentos brillantes en el campo como por controversias fuera de él, finalmente salió del club bajo circunstancias menos que ideales. A lo largo de su estancia en el equipo, Vega enfrentó varias situaciones de indisciplina que empañaron su imagen y relación con el club. Estos incidentes incluyeron desde aparecer en público durante situaciones comprometedoras hasta participaciones en fiestas durante periodos de aislamiento social obligatorio por la pandemia. Estos comportamientos no solo afectaron su reputación, sino que también pusieron en riesgo su posición dentro del equipo, llevando a sanciones y a un distanciamiento creciente con la gestión del club.



Uno de los episodios más notorios fue su aparición en una grabación durante una fiesta en plena pandemia junto a Uriel Antuna, otro jugador del equipo, lo cual llevó a una sanción directa de Chivas. Este tipo de conducta, que rompía directamente con las normativas internas del club y las recomendaciones de salud pública, fue especialmente mal vista por la dirección y la afición, afectando no solo a Vega sino también al ambiente dentro del vestuario. La situación se complicó aún más con incidentes adicionales que involucraron la introducción de visitas no autorizadas en concentraciones del equipo, lo que culminó en sanciones más severas.



La salida de Vega de Chivas no fue un evento aislado sino el resultado de un patrón de comportamientos que no alineaban con las expectativas y normas del club. Su transferencia a Toluca no solo representa un nuevo comienzo para él en términos deportivos, sino también la oportunidad de redimir su carrera y enfocarse más en su desarrollo profesional sin las sombras de indisciplinas pasadas. A pesar de su talento indudable, su historia en Chivas sirve como un recordatorio del impacto que el comportamiento fuera del campo puede tener en la carrera de un futbolista.





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