Ahora sí, el dinosaurio 'de los antigüitos' empapa a Chivas

Ahora sí, el dinosaurio 'de los antigüitos' empapa a Chivas


Fuente: espn
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1.- TODOPODEROSO...

De entrada, el hecho de no contar con un director deportivo, y gozar de una autonomía que raya en la dictadura, le lleva a recorrer a Almeyda en círculos viciosos por ese camino peligroso donde confluyen las limitaciones de sus virtudes y las extralimitaciones de sus defectos.

Sin opiniones externas de gente calificada, de gente de futbol, de gente con cicatrices de cancha, Matías y su clan terminan convenciéndose, en un acto de consolación interna, que no hay equivocaciones en su línea de trabajo.

Lamerse entre sí las heridas es el camino más largo hacia las soluciones. Y queda claro que Jorge Vergara e Higuera deben ser muy duchos en la venta exponencial de esa panacea milagrosa que venden en polvitos en casi una veintena de países, pero así como son geniales arquitectos del comercio, son lerdos en descifrar las dolencias del equipo.

2.- LA PALABRA SIN PODER...

Más allá de dotar a Chivas de esa artesanía futbolística para ofrecer espectáculo en la cancha, y convertir a jugadores de calidad en autopromotores de futbolistas fuera de serie, Almeyda dejaba la sensación de su liderazgo absoluto en el vestuario.

Voz, discurso, personalidad e inteligencia hicieron de Matías un hábil titiritero de las pasiones agazapadas en sus jugadores. Vendedor de milagros ajenos.

Consiguió sacar lo mejor de cada uno. Y aún al que se rezagaba, al que se mostraba reacio a ser socio y cómplice lo reclutaba finalmente aunque, es cierto, eventualmente falló en algunos casos, el más dramático, el del Gullit Peña.

Cierto: es ya triste de por sí, que más allá de la intensidad de los entrenamientos, para poner velocidad turbo a sus jugadores, deba, además, dedicarse a levantar en armas, en cada juego, a sus futbolistas, cuando desde el nicho de privilegiados deberían hacerlo sin reparos.

Tal vez, hoy más que nunca, empieza a tener sentido aquella queja promulgada por Mati en medios argentinos: "Con sólo jugadores mexicanos debo trabajar tres veces más".

Alguna vez, Manuel Lapuente explicaba que "al jugador mexicano hay que hablarle cada día, todo el día, todos los días" de ese privilegio y esa responsabilidad de ser un futbolista profesional. Porque hay corazones blandos y cabezas duras.





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